Me despierto bien tempranito y dejo sonar el despertador unos cinco o diez minutos más, depende de lo bien que haya dormido. Llevo muy mal el no dormir bien, el despertarme cansada. Total, que me levanto, me visto, me arreglo y con las mismas preparo la mochila para irme a trabajar con la comida que me ha hecho Mi Contrario el día anterior.
Miro el reloj y salgo corriendo casi siempre, por lo general. A veces voy hasta con tiempo de sobra. Resulta que el autobús que debería salir de la primera parada a las 8:05, está en mi parada (cuatro después) a esa hora y si no lo pillo, llego 15 minutos tarde.
Entro al bus, pico el billete y publico la foto de Mis Primeras Salidas al Mundo. Hay veces en los que leo un libro y otras en las que me duermo en mi asiento. Procuro sentarme lo más adelante posible que no me vaya a dar el Sol de la mañana, pero no siempre tengo la misma suerte.
Hago trasbordo con el metro y me hace gracia cuando me encuentro a la misma gente con la que me he subido al bus en el tren. Hay otras dos con quienes incluso coincido en la parada de bajada.
Llego al trabajo, normalmente puntual, y enseguida me pongo a trabajar. Dejo preparado una serie de cuestiones que tienen que estar hechas antes de una hora y normalmente no paro de hacer cosas hasta las 12. La mayoría de los días voy con una compañera a comprar botellas de agua para tenerlas y bebérmelas.
Luego me tomo la hora de la comida con el tupper que tengo preparado y charlamos todas las compañeras, nos ponemos al día e intentamos hablar de cualquier cosa que no sea de curro. Yo no hablo mucho, pero tampoco me importa.
A mi hora en punto apago el ordenador, recojo mi escritorio lo máximo posible para que luego la chica de la limpieza no se encuentre el caos que soy y me voy volando a casita para pillar de nuevo el bus que me conviene.
En cuanto puedo, llego a casa, le doy un beso y un abrazo a Mi Contrario y descanso 10 minutos para desagobiarme. Nos contamos nuestro día y, a menos que hayamos quedado en ver a alguien, me pongo con las cuestiones de casa para no encontrarme luego un fin de semana lleno de tareas.
Cuando llega la hora de la cena el ritual es comer, hacer sobremesa viendo la tele, ducharse y echarse potingues antes de dormir y dar las buenas noches a Mi Contrario para sumergirte plácidamente en el mundo de Morfeo.
Un día muy bonito, los mios se como empiezan pero no cuando o como acaban.
ResponderEliminarEs rutinario lo mío, la verdad :) Pero bueno, es un día cualquiera algo resumido.
EliminarUna rutina bastante agradable, por lo que leo. Supongo que estarás más que acostumbrada al horario y lo tienes todo controlado.
ResponderEliminarAhora con el verano estoy algo despendolada... pero seguro que en cuanto vuelva la rutina vuelvo enseguida a las buenas costumbres :)
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